Fuimos castigados, quebrantados, fusilados
quedamos absortos y mudos
al punto de casi blasfemar la vida.
Como un asiduo de la insurrección
escupiré lo más soez ante lo injusto
que se mueve frente a nuestros ojos.
La incredulidad y la desdicha
rien de nuestro dolor.
¡Maldito seas destino!
Maldito quien tira del hilo que hoy nos asfixia.
Ya ajustaremos cuentas de cada lágrima
que hoy mi hijo ha derramado.