lunes, 24 de enero de 2011

Elegía de los andares





























Violines de pesares

sonaron en el viento,

entonando

elegías de los andares

que en oídos reventados,

penetraron.

El beso nunca fue dado

sin la angustia de sentirse amargo

sin arrancarle las pestañas

a aquel cuerpo que respira extraño.

Lejana esta la cumbre

y maldita es la montaña

es virgen aún la noche

y las horas no parecen doblegarla.

Chispas de horrores

como recuerdos de una triste infancia

y en la adultez perdida

el cuerpo seca

y el alma solo pide

¡¡Amarla!!





Extraído del libro “El fin de este lugar”

Pág. 36


©️H. LÓPEZ G.